Agua utilizada en la ganadería debe ser igual a la de consumo humano

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Minuta Agropecuaria.-

El agua potable es aquella que cumple las normas legales, tanto para consumo humano como para el ganado, en sus características químicas, físicas y bacteriológicas. La calidad de agua afecta de manera directa al consumo de alimento, ya que la de baja calidad normalmente resulta en un menor consumo de agua, y en consecuencia en un menor consumo de alimento y una producción más baja.

Generalmente, las prácticas de gestión de deyecciones ganaderas no protegen adecuadamente o efectivamente los recursos hídricos contra la contaminación por exceso de nutrientes, patógenos microbianos y productos farmacéuticos presentes en los residuos.

A la hora de analizar y determinar la calidad del agua en una explotación ganadera se pueden utilizar tres criterios: microbiológicos, físicos y químicos.

El agua de buena calidad tiene que estar disponible para los animales en todo momento. El agua de mala calidad microbiológica suele causar problemas mucho más graves que la de mala calidad bioquímica. La contaminación de ésta por microorganismos es un proceso constante que puede desencadenarse en cualquier punto a lo largo de la distribución de la misma; por ejemplo, en las fuentes naturales de abastecimiento, en el transporte, en el almacenamiento o en la propia instalación y en los bebederos.

El estiércol del ganado puede albergar una gran cantidad de patógenos bacterianos, virales y parasitarios, del orden de 1.000 millones/g. Los desechos porcinos contienen más de 100 microbios patógenos que causan enfermedades en humano. Estos patógenos de origen terrestre, del estiércol aplicado a las aguas superficiales, pueden filtarse a las aguas subterráneas o contaminar los cultivos de hortalizas a través del riego. La movilización de patógenos de las operaciones de ganadería intensiva y extensiva es compleja y la exposición de las fuentes de agua adyacentes se produce a través de múltiples vía. Alrededor de un tercio de los antibióticos usados rutinariamente en la alimentación son para promover el cre­cimiento. Esta práctica está implicando el aumento de la resistencia a antibió­ticos entre las poblaciones microbianas presentes, y potencialmente en las aguas superficiales que reciben una parte de los desechos.

Como recomendación general, el agua debe contener menos de 100 bacterias totales por mililitro y menos de 50 coliformes por mililitro.

Una práctica muy recomendable es efectuar de forma periódica análisis microbiológicos, ya que el conocimiento de la calidad del agua por parte de los técnicos puede solventar muchos de los problemas causados por los patógenos antes mencionados, o al menos mitigarlos parcialmente. Se recomienda analizar el agua dos veces al año como mínimo para controlar la existencia de minerales, microorganis­mos perjudiciales y otras sustancias. El agua debe estar libre de contaminantes, y se considera que la calidad de este nutriente debe ser similar a la recomendada para los humanos. Junto a ello es importante efectuar tratamientos pre­ventivos del agua de bebida, como por ejemplo la cloración, el uso de peróxi­dos, la filtración, etc.

Parámetros físicos

Las variables físicas hacen referencia a olor, color, sabor y turbidez , además de afec­tar al gusto del agua. El agua debe de ser clara e inodora. El color influye muy poco sobre la apetencia de los animales; sin embargo, sí puede ser indicativo de la presencia de algún conta­minante.

Parámetros químicos

El conocimiento de la composición química del agua de bebida es de vital importancia, ya que la presencia de determinados macrominerales u oligoe­lementos en concentraciones elevadas pueden causar serios problemas de salud, así como una merma de las producciones. La presencia de con­taminantes que se vierten en los pozos (purines, pesticidas, residuos alimenti­cios) puede aumentar el crecimiento bac­teriano, aunque es más común en aguas superficiales (charcas, embalses, estan­ques, lagos y ríos) que en suministros subterráneos, pozos profundos y agua artesiana.

La calidad del agua puede resultar en una reducción del consumo de alimen­to, de la producción y en un aumento de problemas de salud. Por lo tanto, el análisis físico-químico y el microbiológico periódico del agua potable es clave para la eficiencia de la producción. Aunque el agua es abundante y de bajo coste en muchas partes del mundo, la mayor demanda de productos agrícolas, pecuarios y requerimientos por los propios seres humanos sugiere que tanto su precio como su disponibilidad puede convertirse en un problema serio en algunos lugares del mundo. Por este motivo, se debe dar un uso más eficiente de este recurso tan valioso y esencial a medida que se avance.

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