Minuta Agropecuaria | 29 Sept 2025
En un esfuerzo por elevar los estándares de la ganadería venezolana, el Centro Genético Doble F ha traído a Portuguesa el secreto mejor guardado de la industria cárnica mundial: la genética Wagyu, una raza bovina de origen japonés reconocida por su carne de excepcional calidad y su exquisito marmoleo. Liderado por la por familia Salazar, que ya suma una sexta generación de ganaderos, este centro combina la robustez del Brahman tropical con la finura de la raza nipona para producir una carne de alta gama, con miras a un futuro de exportación.
La estrategia de Centro Genético Doble F se basa en la fusión de lo mejor de dos mundos. Por un lado, el Brahman, la base genética del rebaño, aporta una inigualable adaptación al clima y la resistencia que exige el trópico. Por el otro, el Wagyu, directamente de linajes japoneses, contribuye con la infiltración de grasa intramuscular, conocida como marmoleo, que confiere a la carne su inconfundible terneza, jugosidad y sabor.
«Cuando hacemos ese cruce, el resultado es 50% Brahman y 50% Wagyu», explica Freddy José Salazar. Este cruce F1 (producto de dos razas puras) produce un vigor híbrido que se traduce en animales más precoces, fértiles y longevos, lo que eleva la eficiencia productiva de la finca. La incursión con la genética Wagyu es un proyecto de cinco años que ha pasado por un meticuloso proceso de «ensayo y error», adaptando la raza a las condiciones locales.
El manejo en el Centro Genético Doble F es integral, abarcando todo el ciclo de producción. Desde la inseminación artificial hasta el beneficio, cada animal es monitoreado de cerca, con registros de peso y una alimentación cuidadosamente formulada a base de ensilaje de maíz y concentrados producidos en la propia finca. «Esto es pasión. Todos los días hay algo que hacer», comenta Salazar, destacando el compromiso familiar que ha llevado al centro a ganar innumerables premios y campeonatos.
“La producción se gestiona bajo un estricto concepto de ciclo completo. Este proceso abarca desde la inseminación del animal y el seguimiento de la gestación mediante palpación, hasta el nacimiento y el registro individual del ternero, incluyendo pesaje e identificación. Luego, el control continúa con el destete y una serie de procesos hasta el beneficio final”, comentó.
Asimismo, en la búsqueda de potenciar su programa de mejoramiento genético, han optado por usar genética americana y colombiana para la recepción de embriones, un rol crucial para el éxito del programa. Desde allí, hay un estricto protocolo de transferencia de embriones. Las transferencias son realizadas cada 45 días, alcanzado más del 50% de preñez, un porcentaje que destaca la efectividad del programa y la importancia de esta colaboración internacional para el desarrollo genético en Venezuela.
La meta de la marca de carne premium nacida de estos cruces es redefinir el mercado local y, eventualmente, alcanzar el mercado internacional. Aunque implica un cambio cultural en los hábitos de consumo, la familia Salazar confía en la calidad de su producto. Con la combinación de la tradición ganadera venezolana y la biotecnología de punta, están demostrando que el futuro de la carne premium en el trópico es no solo posible, sino prometedor.
Este enfoque integral, que abarca desde la genética hasta un plan de vacunación extensivo, posiciona al Centro Genético Doble F no solo como un centro de recría, sino como un motor de innovación para la ganadería tropical. (Mireya Mireya Moya)