

Minuta Agropecuaria 7 Nov 2025
Gracias a la potencialidad de sus suelos y la resiliencia de los productores en búsqueda de cultivos alternativos sustentables, la siembra de cebolla se ha ido expandiendo a diferentes municipios de esta región llanera.
Aunque el estado Portuguesa ha sido históricamente reconocido como “el granero de Venezuela” por su tradición cerealera, sus tierras guardan un potencial agrícola mucho más diverso que permiten la producción de otros rubros alternativos, como es el caso de la cebolla que ha abierto caminos como un cultivo estratégico, gracias a la experiencia de productores que apuestan a la innovación y al aprovechamiento de los suelos.
Hoy son muchos los productores portugueseños que han incursionado en la siembra de este rubro, tal es el caso de Anacristina Martens y Carlos Cordero, quienes dieron a conocer su experiencia sembrando cebolla, cuyo cultivo por mucho tiempo fue exclusivo en los estados andinos por los beneficios climáticos. Ambos relataron cómo la siembra manual y la selección cuidadosa de las plántulas les ha permitido establece un modelo de producción adaptado a las condiciones locales.
Martens, quien siembra en el municipio Ospino, asegura que es un cultivo exigente pero rentable, el cual amerita mucha dedicación desde la preparación de los suelos, adecuación del terreno, elaboración de los semilleros, trasplantación y desarrollo de las plantas hasta su cosecha.
«En nuestro caso hicimos la inversión de un sistema de riego por goteo y preparamos el terreno para sembrar por planchas, que fueron alrededor de 115 plantas por metro cuadrado. Mientras que tengo otros amigos productores que han sembrado por surcos, de ambas formas demandan inversión, dedicación, pero se logran igualmente buenos resultados si se siembra a tiempo y se le ofrece el cuidado adecuado», comentó.
La agricultora destacó la importancia de contar con un personal calificado que conozca las técnicas de manejo del cultivo, en su experiencia ella contó con la orientación y mano de obra de productores provenientes de Quibor, estado Lara, quienes han sido pioneros y referentes históricos en la siembra de cebolla en Venezuela.
«El ciclo del cultivo exige precisión: una semilla necesita entre 35 a 38 días en vivero antes de ser trasplantada al terreno definitivo. Luego, pasan entre 90 hasta un máximo de 110 días para la cosecha, eso dependiendo de la variedad de semilla que se utilice;», precisó.
Martens a su vez detallaba que el ciclo de siembra debe ser en norte verano tomando en cuenta que si las condiciones son óptimas, una hectárea puede producir entre 25.000 y 35.000 kilos de cebolla. «Nosotros en este ciclo obtuvimos alrededor de 20.000 kilos por hectárea porque la temporada de lluvias se adelantó y eso afectó nuestros rendimientos ya que la cebolla no es compatible con el exceso de agua”.
Pese a esto, anima a los productores a sembrarla, a que realicen previamente un estudio de suelo para que conozcan cuales son las deficiencias y potencialidades en las que deben trabajar para crear las condiciones necesarias y así puedan -enamorarse- de este cultivo que si es rentable y que seguirá aumentando en la región.
Por su parte, el productor Carlos Cordero quien trabaja junto a su padre, en una finca ubicada entre los municipios San Rafael de Onoto y Anzoategui del estado Cojedes, informó que ya llevan más de cinco años sembrando cebolla, en los anteriores con 60 y 70 hectáreas, el pasado con 7 has. y para este ciclo verano 2025 tienen planificado sembrar 10 has. Debido a la falta de entes financieros que apoyen e impulsen la siembra de este rubro,el cual amerita una inversión considerable.
En este sentido, detalló «estamos usando la semilla 436 Brinpor porque se adapta mejor a los suelos, ofrece buen rendimiento y, además, resulta más económica, lo que ayuda a reducir los costos. Nuestro ciclo productivo lo iniciamos entre finales de septiembre y comienzos del mes de octubre, previamente ya ha comenzado el proceso de preparación de los semilleros, donde seleccionamos manualmente las plántulas con raíces vigorosas, descartando aquellas que no cumplen con las condiciones necesarias, se hace un trabajo minucioso en el que el ojo y la experiencia del agricultor marcan la diferencia».
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“Una de las potencialidades en nuestra región es que encontramos suelos franco arenosos, conocidos popularmente como vegas de río, que permiten un drenaje rápido del agua, evitando encharcamientos y compactaciones que podrían afectar el desarrollo del cultivo. Son terrenos sueltos, que no se compactan fácilmente y eso los hace ideales», agrega el productor.
En este orden de ideas, Cordero mencionó que para la cebolla al igual que en otros cultivos se usan herbicidas, fungicidas y fertilizantes, tanto químicos como biológicos para el control de la maleza y la prevención de afectaciones en el cultivo. “Cuando uno se dedica a cuidar al detalle, desde la selección de la semilla hasta el manejo adecuado en todas las fases del proceso productivo, eso rinde sus frutos y podemos obtener unos buenos rendimientos en la cosecha” señaló.

La cebolla al igual que en otros cultivos se usan herbicidas, fungicidas y fertilizantes, tanto químicos como biológicos para el control de la maleza
Por último, consideró que uno de los desafíos que pueden enfrentar, no sólo en la producción de cebolla sino de hortalizas en general, es la ausencia de respaldo por parte de los entes financieros y las dificultades en la línea de comercialización, pues según él se han enfrentado con cambios drásticos en los precios, sobretodo en la época de cosecha, lo que puede afectar sus márgenes de ganancia.
La experiencia de Martens y de Cordero, al igual que la de otros agricultores de nuestra región son una muestra de que Portuguesa es una tierra fértil que se ha destacado en los últimos años por su diversificación agrícola. En este contexto, el cultivo de cebolla, con variedades adaptadas y técnicas tradicionales reforzadas con la experiencia, representan una alternativa rentable y sostenible para la actividad agrícola en la entidad. (Yessica Rodriguez)