Viene la «ruta de la soya», pero boliviana

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Ing. Agr. M. Sc. Werner Gutiérrez Ferrer

Ex Decano de la Facultad de Agronomía de LUZ

La soya posee una importancia estratégica en la alimentación humana y animal en Venezuela. El país importa 1 millón 400 mil toneladas del rubro, el 98 % de su consumo. Pese al esfuerzo del sector agroproductivo nacional privado por impulsar este rubro, la mayor superficie cosechada registrada fue sólo de 42.215 hectáreas y debido a la escasez de semillas y de agroinsumos, su siembra ha caído a niveles alarmantes, para el presente año, solo se lograran cosechar alrededor de 3.000 hectáreas.

En días pasados, Wilmar Castro Soteldo, nuestro Ministro para la agricultura productiva y tierras, curiosamente quien debería velar por incrementar la producción nacional de alimentos, fue el responsable de anunciarnos como su gran logro, haber concretado una negociación con Bolivia para traer entre 60 a 90 mil toneladas mensuales de soya. Sobre esta importación llama la atención diferentes aspectos. Existiendo otros países con mayores volúmenes y tradición de exportación de esta oleaginosa, y con facilidades para colocar su producto en puertos venezolanos, por qué se negoció con Bolivia. Esta nación no posee puertos marítimos, sus productos son exportados a través de los terminales en tierras chilenas, lo cual evidentemente debe encarecer sus mercancías.

Pero existen otros aspectos contradictorios de esta negociación que una vez más demuestran como el gobierno nacional siempre deja de lado los verdaderos intereses nacionales. Sobre el 95 % de la soya cultivada en Bolivia es de origen transgénico, misma tecnología que se le tienen expresamente prohibida a nuestros agricultores emplear, colocándolos en evidente desventaja. Igualmente, mientras a nuestros agricultores se les niega todo tipo de ayuda y el presidente Nicolás Maduro les ordena «parir su insumos», indigna que estas negociaciones le permitirán el ingreso a las arcas del sector empresarial privado boliviano de más de 300 millones de dólares en el 2018.

Por cada dólar que se invierta en producir soya dentro de nuestras fronteras, se estima se le ahorrarían al país 5 dólares en importaciones. En tierras venezolanas, entre soya y girasol, nuestros agricultores y profesionales han demostrado se pueden llegar a producir 1.7 millones toneladas de harina oleo proteica, de las 1.4 millones de toneladas necesarias. Poseemos un aproximado de 2.0 millones de hectáreas de suelos con potencial para el desarrollo de la soya, siendo necesario solo la siembra de 1.0 millón para cubrir la demanda del grano. Desde Fedeagro, acompañados por la Fundación Danac, UCLA y empresas privadas se ha venido impulsando el programa de siembra la «ruta de la soya» con miras a garantizar el autoabastecimiento nacional. Lastimosamente «por ahora» esta ruta será boliviana, por oscuros intereses de quienes mal dirigen al país. Pero seguro estoy, que vendrán nuevos amaneceres, en los cuales el esfuerzo e iniciativa de nuestros agricultores, será valorado y recompensado.

 

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