Un piloto de aviones, comanda desaparición del maíz venezolano

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Ing. Agr. M. Sc. Werner Gutiérrez Ferrer
Ex Decano de la Facultad de Agronomía de LUZ
@WernerGutierrez

En abril del 2017 el Ministro del poder popular para la agricultura productiva y tierras (MPPAT) Wilmar Castro Soteldo, nos prometía sembrar más de un millón de hectáreas de cereales. Al cerrar el año, en contraste a las irreales versiones del  ministro que afirmó “se cosecharon 760.000 hectáreas de maíz”, la realidad es que debido a la falta de agroinsumos, entre otras limitantes, se lograron establecer 320.000 hectáreas, lo cual representó una disminución en superficie de siembra de 59.2 % en comparación a las 783.314 hectáreas cosechadas en 2008, momento para el cual el país se autoabastecía de maíz blanco.

En el ciclo maicero 2017 nuestros agricultores logran el arrime de aproximadamente 1.050.000 toneladas del grano, significando una caída del 25 % con respecto a las 1.400.000 toneladas recogidas en 2016, y una disminución del
64.9 % al compararlo con las 2.995.710 toneladas del 2008. Para el caso de maíz blanco, se alcanzaron a cosechar el pasado año, alrededor de 250.000 toneladas, cuando la demanda es de 1.6 millones.

Comienza el 2018, con los inventarios de semillas casi en cero, y el Ministro Castro Soteldo se presenta con sus demagógicos anuncios, garantizando la importación de toda la semilla necesaria. Con respecto al maíz, el país agrícola advirtió que lo ofrecido solo cubriría una superficie de 350.000 hectáreas, de las 750.000 hectáreas necesarias, para retomar el autoabastecimiento de maíz blanco y recuperar la oferta del grano amarillo. Finalmente, las tradicionales asociaciones de productores, que históricamente siembran el 80 % de la superficie cosechada, sólo recibieron alrededor del 30 % de la semilla solicitada.

Aquiles Hopkins, presidente de FEDEAGRO, denunciaba la injusta distribución de insumos realizada por Agropatria. De 142.000 sacos de semilla acopiados en Portuguesa, principal estado productor, AGROFANB recibió el 73% y las asociaciones tradicionales, tan sólo un 27%. La consecuencia, esta entidad sólo logró establecer 100.000 hectáreas de las 250.000 posibles. En Guárico, segundo estado productor, con una intención de siembra de 100.000 hectáreas, se advierte que lo establecido apenas alcanza las 15.000. De ser definitivas estas estimaciones, en el caso particular del maíz blanco para la arepa del venezolano, lo cosechado representará muy por debajo del 15 % de lo demandado.

Otra de las incoherentes declaraciones del ministro, que nos hacían presagiar una nueva disminución de la superficie de siembra de maíz, fue su celebración al anunciar que llegarían 180.000 toneladas de fertilizantes desde Rusia, cantidad que solo cubre el 4.2 % de los requerimientos totales de fertilizantes de nuestro sector agrícola. Ya conocíamos entonces que ni semillas de maíz, ni fertilizantes, llegarían en cantidades suficientes, y esta misma situación se extendía al resto de los agroinsumos necesarios para la siembra del cereal. Hoy con profunda preocupación, anunciamos el colapso del cultivo de mayor importancia en la dieta del venezolano.

Toda esta destrucción es responsabilidad absoluta de quienes anteponiendo su proyecto político enmarcado en el “Socialismo del Siglo XXI”, colocan a Wilmar Castro Soteldo, un piloto de aviones de guerra, frente al ministerio responsable de la producción de alimentos. Si le queda alguna duda de su insolvencia para dirigir la política agrícola nacional, lea su tuit en la cuenta @MINPPAPT, del 01 de julio: “@WCastroPSUV: @Mincomunas nos reporta que al Maizal se le fueron entregados 400 sacos de maíz blanco, 1.100 litros de glifosan, 1.400 litros de sulfato de sulfatron y 38.000 kilos de urea para 1.300 hectáreas”, el cual generó duras reacciones del sector agrícola nacional.

Considerando una densidad de siembra en maíz de 90.000 plantas por hectárea, y tomando como referencia sacos de 60.000 semillas, se necesitan alrededor de 1.5 sacos por cada hectárea a sembrar. Lo ofrecido por Castro Soteldo solo le alcanzará a la Comuna El Maizal para 266 hectáreas y no para las 1300 indicadas en el tuit. Pero hay más incongruencias en este anuncio. Los 1.100 litros del herbicida Glyfosan (y no glifosan) permitirían una primera aplicación para el control de malezas en solo 366 hectáreas, mientras los 38.000 kilogramos de urea alcanzarían escasamente para reabonar 126 hectáreas de maíz.

Tantos desatinos juntos desnudan las razones por las cuales un país con 34 millones de hectáreas aptas para la agricultura, ve sometido a 31 millones de personas al hambre y desnutrición. Sólo un gobierno que intencionalmente busque desaparecer el cultivo de maíz de nuestros campos, el cual es base fundamental en la alimentación de nuestro pueblo, designa un piloto de combate, para cumplir esta “misión”. Afortunadamente, aquí nadie se rinde. Las infinitas almas que tienen la agricultura como forma de vida, pronto van a presenciar, nuevos amaneceres.

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