Las siete plagas de la ganadería zuliana

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Ing. Agr. M. Sc. Werner Gutiérrez Ferrer

Ex Decano de la Facultad de Agronomía de LUZ

Las calamidades de la ganadería zuliana parecen nunca acabar, constantemente por la ineficacia e inoperancia de quienes dirigen el país, y muy particularmente del equipo que ha conducido la política agrícola, nuestros ganaderos resistiendo estoicamente sin abandonar su forma de vida, deben soportar una tras otra las adversidades y limitaciones impuestas, confiados que mejores oportunidades están por venir.

Llevamos años advirtiendo la caída permanente en la producción de leche y carne en el Zulia como consecuencia de: inaccesibilidad a semillas, fertilizantes y herbicidas para recuperar sus pastizales; ausencia de medicamentos y reactivos para las pruebas sanitarias a los rebaños y el mantenimiento de la sanidad del animal; la inseguridad desbordada que merma sus rebaños, desmantela instalaciones, roba vehículos y herramientas de trabajo, e invade fincas destruyendo todo a su paso; el incremento exponencial de los costos de producción los cuales son negociados en el mercado informal a dólar libre, mientras los precios de ventas de sus productos son recibidos en un cada vez mas devaluado bolívar, y el déficit de maquinarias, implementos y repuestos agrícolas que mantienen paralizados sus tractores o en el mejor de los casos funcionan de manera ineficiente.

A estas «cinco plagas» que disminuyen la capacidad de nuestra ganadería para producir los alimentos  necesarios en los hogares venezolanos, se suman dos adicionales que a pesar de los llamados de atención desde Fegalago, y sus asociaciones de base, tanto al gobierno nacional como regional, y de haber consignado propuestas para solucionarlas, no se reciben respuestas efectivas, agravándose los problemas, haciendo cada día más complejo para nuestros ganaderos el cumplir su indispensable labor.

La «sexta plaga» es la falta de efectivo en los bancos de la región. Para el pago semanal de los trabajadores el productor debe dedicarse a «comprar efectivo» a especuladores que actúan con total impunidad, debiendo pagar ya hasta un 25 a 30 % sobre el valor del dinero para poder cumplir con el pago de la nomina y adquirir en el mercado informal los escasos alimentos para los trabajadores de sus fincas.

La escasez de gasolina y la reducción en el cupo de gasoil, representa «por ahora» la «séptima plaga». Ayer en recorrido al Sur del Lago de Maracaibo pude contactar la tragedia que significa para un productor que debe laborar en sus fincas los 365 días al año, el dedicar de manera absurda y obligatoria hasta 30 horas en largas e infinitas colas para comprar gasolina para sus vehículos, y el rogar a funcionarios para ser suplidos por gasoil para sus tractores. Las limitantes descritas, no le son ajenas a los agricultores zulianos, tampoco al pueblo quien sufre las consecuencias de 18 años de la destrucción gubernamental, mostrando signos inequívocos de hambre y desnutrición por inaccesibilidad a los alimentos.

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