La nueva caficultura venezolana

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Artículo escrito por: Toribio Azuaje

La burocracia es una máquina gigantesca manejada por pigmeos

Honoré de Balzac…

En materia de café, no se trata de comenzar desde cero, pues algo se ha avanzado en todo este tiempo, lo que si hay que hacer es retomar algunas tareas que se han descuidado, rehacer algunas cosas que se han hecho mal e incorporar algunas acciones novedosas para adecuarnos a los nuevos tiempos. Por ejemplo, no existe una información clara de cuántos somos, donde estamos que estamos haciendo, no sabemos a ciencia cierta cuántas hectárea cultivadas y cuántas cultivables tenemos; por tanto, no existe un plan de crecimiento con orientaciones precisas sobre las variedades que debemos impulsar de acuerdo a las características edafo-climáticas y ambientales de las distintas regiones del país, menos, de las demandas internacionales o los acuerdos de comercialización con el resto del mundo.

Lo que si están averiguando es donde están los mejores cafés, para algo han servirlo los festivales, para sobar la mano e inocular los negocios que alguien sigue leudando.

Sin duda hemos sufrido un franco retroceso en materia de producción de café, ya no somos lo que en algún momento logramos ser, esto ya lo sabemos. Se han abandonado los centros de investigación científica creados para modernizar nuestra actividad agrícola cafetalera y avanzar con nuevas tecnologías y variedades de café adecuadas a nuestro espacio vital; entonces, esto hay que retomarlo, dinamizarlo y repotenciarlo.

Nos urge construir una política cafetalera y echarla a andar, debemos darnos un espacio para el razonamiento, la reflexión y la elaboración de propuestas, dándole un frenazo a la politiquería, el oportunismo y los vicios acumulados en una sociedad tan corrompida como la nuestra.

Hay muchas voluntades jóvenes y conocimientos regados por doquier, muchas experiencias y muchos profesionales que hay que valorar y apoyar, hay mucha gente valiosa por ahí, ellos deben ser llamados a construir la nueva caficultura venezolana.

Lamentablemente también hay mucho sectarismo, ambición desmedida y pescadores de negocios.

Perder el miedo a los cambios, y el miedo a las críticas y observaciones. La caficultura debe estar por encima de los vericuetos politiqueros. El monopolio del café no puede estar en manos de inescrupulosos e improvisados que por más voluntad e intenciones buenas que algunos tengan, no sortearán el muro de contención de los negocios de una nueva burguesía que se alimenta y crece bajo la tutela del poder que le otorga un Estado permisivo y corrupto. Mejor dicho, no debe haber monopolios en la agricultura y en el café en particular.

Tantos reales perdidos en el plan café. Tanto tiempo distraído por dónde se nos escabulla el futuro. No hay tiempo pa’ perder tiempo, dejémonos de pistoladas y apoyemos esa gente, tantos seres nobles que a pulmón limpio siguen empeñados en trabajar el café de buena manera.

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