La desnutrición infantil nos arrebata el futuro

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Ing. Agr. M. Sc. Werner Gutiérrez Ferrer

Ex Decano de la Facultad de Agronomía

@WernerGutierrez

En la Venezuela del Socialismo del siglo XXI desgarra el alma los reportes de la organización Cáritas de Venezuela según los cuales “7 de cada 10 niños en las parroquias más pobres del país presentan signos de desnutrición”. Rompe el corazón en mil pedazos el saber del caso de una inocente bebe de tan solo 6 meses de edad que murió pesando menos que su peso al nacer, al no disponer su familia de las fórmulas lácteas para alimentarla, y el grado de desnutrición de su madre, le impedía amamantarla.

El hambre, desnutrición y muerte de infantes venezolanos es el criminal costo del modelo económico y agrícola de Hugo Chávez y Nicolás Maduro causante de la destrucción de nuestro aparato agroproductivo y de la economía nacional. En décadas previas a esta lamentable tragedia, el sistema agroalimentario privado a pesar de los errores, desviaciones y desaciertos cometidos, fue capaz de proveer satisfactoriamente el 70 % de los alimentos consumidos en el país. Por el contrario, en este oscuro presente, acabamos de cerrar el peor año agrícola de nuestra historia, iniciando el 2018 sin reservas estratégicas de alimentos ni materia prima, y peor aún, no disponemos de agroinsumos para abordar el próximo ciclo de siembra, ni la cría de rebaños. El diagnostico nos hace presagiar, que la menguada producción interna, al cerrar el presente año, escasamente solo podrá cubrir el 20 % de la demanda nacional, es decir, el país se vería obligado a importar el 80 % de los alimentos requeridos, lo cual implicaría la erogación de entre 12 a 14 mil millones de dólares, divisas no disponibles ante la caída de los ingresos petroleros.

(Lea también: El Ministro Castro Soteldo, le miente al país)

La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) órgano principal y autónomo de la OEA, advirtió en su informe del 1 de febrero  “Venezuela viene atravesando una crisis económica y social marcada por un contexto de escasez y de desabastecimiento de alimentos que se estaría incrementado de modo alarmante”.  Según esta organización en el 2017 “habrían fallecido entre cinco y seis niños semanalmente por falta de alimentación, y al menos 33% de la población infantil presentaría indicadores de retardo en su crecimiento”

La situación sufrida por el pueblo venezolano se agrava aceleradamente, no solo por mayor escasez, sino también por inaccesibilidad a los alimentos ante los diarios incrementos de precios. Según reporta la Asamblea Nacional la inflación anualizada de enero de 2017 a enero 2018  fue de 4.068 %. Sin duda, esta situación se continuará reflejando en las lamentables cifras de niños fallecidos por baja ingesta de alimentos. Al menos 12 niños murieron por desnutrición durante el pasado mes de enero en el Hospital Universitario “Dr. Manuel Núñez Tovar” de Maturín según denunció la doctora Yacirka Vásquez, jefa del servicio de emergencia pediátrica. El hambre y la desnutrición nos están arrebatando nuestra infancia, y quienes sobreviven conservaran por siempre las imborrables cicatrices de no disfrutar del “derecho de toda persona a tener acceso a alimentos sanos y nutritivos… el derecho fundamental de toda persona a no padecer hambre”. El silencio y la indiferencia no son una opción. Sin niños sanos no hay futuro, no hay patria posible.

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