La Ruta de La Soya

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Fernando Camino Peñalver
@fernandocaminop

En 2016 se creó el Fondo para el Desarrollo de la Soya (Fondesoya), como una iniciativa privada para dar impulso al resurgimiento de este cultivo que en el pasado se intentó consolidar, sin éxito, ante la inacción oficial. Este proyecto ha sido denominado la Ruta de la Soya.

Sin apoyo oficial, las organizaciones agrícolas que se han involucrado en este proyecto, han fomentado la producción de semillas para garantizar la siembra comercial en el marco del programa de apoyo a los productores. Como parte de esta integración se están capacitando a técnicos y agricultores, a fin de que se integren de una manera eficiente y efectiva a la producción de soya, en aquellas regiones de nuestro país con ventajas agrológicas para la producción comercial de esta leguminosa.

El mayor problema que presenta en este momento el desarrollo comercial del cultivo de esta oleaginosa, es que la disponibilidad de agroquímicos y fertilizantes no está garantizada en las cantidades que permitan satisfacer las necesidades de una siembra comercial a gran escala, como la que proyectan los promotores de la Ruta de la Soya. Sin embargo, los agricultores, que por naturaleza son emprendedores, tendrán que vencer las dificultades generadas por la escasez de insumos, para sacar adelante por lo menos parte de la siembra programada.

La meta para este año es poder llegar a sembrar y cosechar doce mil hectáreas en Portuguesa y para 2019 duplicar el área de producción sembrando en otras regiones de nuestro país. El déficit de la demanda industrial de la soya es de noventa y nueve por ciento aproximadamente. La producción de soya es una importante materia prima para la
elaboración de aceite comestible y sus derivados para consumo humano. La extracción del aceite genera un subproducto que es utilizado para la fabricación de alimentos balanceados para animales.

La Ruta de la Soya es un ejemplo de cómo el sector productivo privado enfrentará el reto de asumir la recuperación de la producción de alimentos, para abastecer a nuestra población. Pero para asumir el reto deberá contar con el estímulo de un Estado Democrático que garantice seguridad jurídica y la rentabilidad de la producción que atraiga la inversión financiera tanto interna como internacional.

Dentro del marco de la seguridad jurídica debe quedar claramente establecido el respeto a la propiedad, tal como lo establece la Constitución Nacional y la abolición de los controles que, arbitrariamente, el régimen impuso a todos los integrantes de los circuitos agroalimentarios. El Estado Democrático diseñará el marco legal y políticas públicas para
estimular los planes de producción que elaboren los integrantes de los circuitos de la producción de alimentos. Este es el país que queremos. Este es el país que tendremos.

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